Tomás decidió diferenciarse del resto y “desconectarse” de la redes sociales y sus banalidades. Clausuró sus cuentas de correo electrónico y desactivó todos sus perfiles; se sintió tan liberado que se le notaba. Benito lo imitó y se le unió en una campaña para animar a sus familiares y amigos a dejar de lado las modas esclavizantes que obstaculizan la convivencia real que no virtual. Pronto, un copioso grupo de ciudadanos siguieron su ejemplo, sin embargo, había a quienes la desconexión no les costaba trabajo y a quienes les implicaba un esfuerzo mayúsculo; para ellos, se formó un grupo de apoyo encabezado por los fundadores de la corriente colectiva (ahora lo era) conocida como “Los desconectados” y por un panel de especialistas. Alcanzaron tal fama e influencia a nivel nacional que tuvieron que difundir su ideología a través de YouTube y crear sus perfiles en Facebook y Twitter. ¡Bendita tecnología!

 

Alejandra Meza Fourzán ©