Siempre estás en mí, como una promesa, una posibilidad o esperanza. Te miro en las cosas, en las personas, en los botones que ya no me ajusto. Siempre estás ahí, latente, batiente, necesario como el broche con el que prendo mi ser a mi sombra.
Estás vivo en la canción, en el eco y el silencio, en la melodía que quiero cantarte y se atora entre el aire y mi garganta; en el párrafo que escribo y en el que no, pues me acompañas siempre. No hay día que no quiera saber de ti, pues eres algo constante como la oscuridad bajo mi cama, como los besos que escondo en los vientos para que tus mejillas los cobijen.
Estás ahí, aunque no pueda verte, tras esa frontera de vidrio oscuro que me impide tomarte de la mano. Eres medicina a la que me obligo, la fiel alucinación que me alivia los sentidos.
Alejandra Meza Fourzán ©
No parece una medicina muy amarga de tomar 😉
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😉 no es
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Gracias. Me alegra que te agrade 🙂
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Que gusto dejarse llevar así… apuesto que lo escribiste de golpe.
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