No encuentro el amor.
En este laberinto levantado a fuerza de soledades
soy el minotauro recluso en la rotura del tiempo.
Creíamos que el amor era la fuente y no el agua,
hoy sabemos que es el dolor, no la herida.

No hallo al amor pero lo presiento como a ti.
Lo intuyo tal como el ciego intuye al sol
en el crepitar de una cálida ausencia.

Estás por aquí, oigo tu respirar.
No dejes esta incoherencia de muros y ven a mí
que cuando llegue el amor,
ha de hallarnos cabeza contra cabeza
para entrarnos por la boca en su ciclón.

Quizá deba olvidarme de husmearte, para descubrirte.

 

Alejandra Meza Fourzán ©