El amor toma la forma de cruz cuando nos punza en el alma y, el del mar, cuando se tiende y distiende sobre la arena tibia del engaño. El amor nos espera en las espinas, no en el pétalo; es el lazarillo y no el ciego. El amor es el temblar de las manos que se buscan en la voz de la noche.
El amor duerme en la anchura que hay entre lágrima y lágrima, y en la curva cicatriz que distingue los vientres de las madres. Es el pájaro que vive amarrado de una pata a nuestros corazones. Es el asma del espíritu, el cáncer de los sentidos, el crujir de una hoja cuando el viento la desprende de un árbol.
El amor es el pegamento cósmico que anudó a las estrellas, el que inspiró las manos azarosas de un dios niño que jugaba al creador, haciendo mil figuras en el lodo.
Alejandra Meza Fourzán ©
Bellas palabras y precioso mensaje
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Gracias por tu amable comentario. Saludos. 🙂
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