Para vivir
ella te anticipa y te llama
en la aridez húmeda del olvido,
en su hervidero de amor.
Para vivir le basta tu sonrisa,
el instante pequeño en que acercas tu boca a su cara
y ella se pone a vibrar cual arbusto al viento.
Para vivir
ella te ofrece un bocado de luna,
una lágrima recién horneada
y mataría versos en tu nombre
si tú se lo pidieras.
Alejandra Meza Fourzán ©