Te quiero con este amor veterano de mil guerras y rodeos, con uno de los pedazos de mi esperanza quebrada. Te quiero desde las cuevas de mis hondas cicatrices, desde las estrías de mi corazón.
El mundo tomó lo mejor de mí, se fueron ya mis años aceitados como una máquina de tranvía nueva. Me he quedado tullida del espíritu: hoy me apoyo en versos como bastones y amanezco antes que el sol porque mis noches son más y más breves.
Aún así, puedo quererte con el revés de la tela de mi alma, con las manos plisadas de deseos y los temores canosos que jalan las riendas de mi carreta, puedo amarte con las miopes caricias que no pueden ver más allá de un día… ¡qué más me da mientras que sea contigo!
Alejandra Meza Fourzán ©
Es un retrato muy bonito sobre la transformación que llega con la edad. Un abrazo.
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Un abrazo de regreso, Carlos. 🙂 Gracias por comentar.
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