Me desato las ligaduras de la pureza
y me las abrocho otra vez, porque en mí
cohabitan la virtuosa y la penitente
la bandida de las mariposas rancias
y la domadora de culebras.
Me desato con prisas, con indecencia,
para exponer mi nueva química ─átomo por átomo─
en el cruel escaparate que es la Tierra.
Me desato las sandalias
para partir plaza donde reinaban las arenas acumuladas.
Me suelto los dedos y cientos de letras
afloran como escarabajos inquietos.
Me desato los ojos y miro más allá de mis negros recodos,
de mis necedades y de mis polillas ansiosas de luz.
He vivido en esta misma, muchas otras vidas,
pero en ninguna
fui tan feliz como cuando me volví humo de brasas muertas,
palabra mínima, eco de larva, de polvo…
ninguna tan rica como esta, en la que soy tan pobre.
Alejandra Meza Fourzán ©