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Reblogueó esto en En la diversidad.
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Al leer cosas impresentables que me dejaron satisfecho hace mucho me pregunto qué desastres estaré cometiendo ahora que detectaré dentro de algunos años. He notado que, en general, se considera poco amable señalar errores en una entrada. Es un error, no ayuda a mejorar.
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Desde mi punto de vista, ayuda mucho revisar los textos viejos. 🙂 la evolución es constante.
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El paso de los años ayuda a ver más detalles del paisaje y a profundizar. Yo escribí algo a los veintitantos y recién pude trabajarlo como para sentirlo concretado a los cincuenta y tantos. Mis tiempos son demasiado lentos como para ser escritor.
Que tengas un buen día 🙂
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Igualmente buen día para ti. Agradezco tus comentarios y el tiempo que te tomas en compartirlos.
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Cada uno tiene su tempo, amigo y, en efecto, las ideas no dejan de crecer; quizás por eso Borges decía que publicar un libro era liberarse de él, y ni tanto. Si una idea en la veintena aún vive décadas después entonces era de las buenas. Escritor viene a ser el que no ceja. Saludos!!
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Don Borges dijo que publicaba para dejar de corregir. Una inmensa lección para escritores/as que han mecanizado una estructura de texto y creen que porque les resultó fácil escribir algo son talentosos. Hacen textos rutinarios. Como dijo Bukowski en ¿Así que quieres ser escritor?: «No seas como tantos escritores, no seas como tantos miles de personas que se llaman a sí mismos escritores, no seas soso y aburrido y pretencioso, no te consumas en tu amor propio. Las bibliotecas del mundo bostezan hasta dormirse con esa gente.»
Me ayudan tus palabras. Ando en una encrucijada existencial y escribir me vendría bien. Si logro traducir mis tormentas internas a palabras me calmaría y podría salir algo bueno.
Un abrazo
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Qué bueno lo de Bukowski y las bibliotecas bostezantes! Que encuentres cauce a tus tormentas, a veces puede ser más triste no tenerlas, pudiera provocar bostezos… Pensando en lo que me comentas sobre la mecanización de una estructura de texto, no hace mucho he leído un ensayo que ha marcado mi vida y así mi obra: «El secreto de Garcilaso» de Lezama Lima. Es una lectura ardua pero muy enriquecedora, lo garantizo; ahí distingue entre «ámbito poético» y «ambiente poético»: resulta que quienes escriben en función de un ámbito poética violentamente la idea, la someten a presupuestos ya mecanizados; quienes se dan a un ambiente poético, en cambio, asumen la obra como un misterio en el que sumergen, entienden que no lo sabrán todo de su propa obra y que no lo sabrán nunca, porque nadie puede ser objeto de sí mismo. Quién sabe, quizás eso te ayude a diluir en escritura tus tormentas; solo comenzar, sin saber del todo adónde se va. Saldrá algo bueno. Un abrazo.
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Jajajaja, ciertoooo, menuda cara se te queda…
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