A fuerza de acallar lo que albergué en la boca
mi voz se ha vuelto líquida
y mis versos parecen antorchas de humedad
que se funden y acaban en llamaradas de agua falsa.

A fuerza de leerme mis ojos también se consumen
y se derraman en la sombra,
suspensos en mis córneas
como dos membranas que tiemblan.

Me horroriza esta mecha muerta,
esta candela de luz nula,
este poema sin ardor, este cirio de lágrimas.

 

 

Ale Meza Fourzan