Queridos amigos ¿cómo van con sus lecturas? ¿y con sus creaciones?
Por mi parte, he tenido largos meses creativos gracias a los talleres que he impartido:
- Taller de creación de conflictos
- Taller: Un recorrido por los géneros
- Taller de los sentidos
En este último, dimos un enriquecedor recorrido por las discapacidades.
Mis talleristas produjeron cuentos cortos maravillosos que publicaré durante los siguientes días. Por ahora, les comparto el mío, titulado: EL GRAN JOE.
“El Gran Joe”, “Joe El Gigante”, “El Inmenso Joe”… la sola pronunciación de ese nombre hacía temblar a sus rivales cuando se lucía como el mejor bateador de los Yankees de Nueva York. Hoy, corresponde al de un paciente más del hospital psiquiátrico donde trabajo.
Perdió la cabeza con la fama y la gloria. Apostó sin éxito los millones de dólares que ganó, por lo que hoy, ni siquiera puede cubrir los gastos de este elegante y costoso nosocomio.
El gran Joe es un entusiasta de las flores. Cada atardecer relaja en el jardín central regando las plantas. Solo lo alteran las asquerosas lombrices a las que, además, teme.
Esta tarde, no una, sino varias lombrices asomaron su cilíndrico y húmedo cuerpo sobre la tierra que mi paciente regaba con sosiego. Su ánimo se alteró a tal grado que no solo yo, sino otros dos compañeros enfermeros fueron necesarios para someterlo y encerrarlo en la celda de castigo donde si bien, no hay fama ni gloria, tampoco hay lombrices.
“Joe El Gigante” reposa ahora su cabeza sobre la almohadilla de la pared. Extraviado, solo, afligido, gimoteando frases en un idioma que solo él entiende.
Lo observo desde la ventanilla y me pregunto si él es consciente qué gran personaje fue en el ayer, de las alegrías que le dio a su afición, a su equipo, a la ciudad entera… me pregunto si también es consciente de lo que es hoy y es la razón por la que, perdido, se habla entre balbuceos.
© Alex M Fourzan